Este autor reconoce las funciones de la mente en cuestiones
de percepción. Reconoce la inventiva mediante la cual los niños transforman lo
que ven en su equivalente estructural en un dibujo o en una escultura de
arcilla.
Arnheim da una visión del arte y de la mente que sitúa al
arte (su percepción y su creación) en el corazón del proceso educativo.
Para él el sistema sensorial es uno de los principales recursos
de nuestra vida cognitiva.
Según este autor las artes, en especial las artes visuales,
atraen la atención del niño hacia cualidades específicas del mundo, sobre todo
en el caso de los niños de más de ocho o nueve años.
Lo que los niños pueden representar está también influido
por el medio o forma simbólica disponible, así lo que un niño puede hacer con
un trozo de arcilla puede ser diferente a lo que puede hacer con una paleta con
todos los colores. Pero lo que los niños pueden transmitir no sólo depende de
los medios disponibles, sino de las habilidades que son capaces de emplear.
En este libro Arnheim
da una visión que nos ayuda a comprender que la percepción y la creación
del arte visual son los agentes primarios en el desarrollo de la mente.
Esta obra desarrolla los siguientes puntos:
La visión y la necesidad de conocer, las imágenes apuntan a
lo esencial, modelos y técnicas, los valores de la expresión, la intuición y el
intelecto, funciones auxiliares de la actividad artística, qué enseñar y cómo
enseñarlo, herramientas visuales del arte, los materiales tienen carácter,
aplicaciones en otros ámbitos, recursos utilizables, contenido y significado,
no hay arte sin función, las artes en la educación y ¿se puede enseñar el arte?
A continuación voy a compartir algunas consideraciones de los
dos últimos puntos: las artes en la educación y ¿se puede enseñar el arte?
Según el autor el arte debería funcionar como una de las
tres áreas de aprendizaje cuya misión fuera dotar a la mente del joven de las
habilidades básicas para afrontar con éxito todas las ramas del currículum.
En este sentido la segunda área central sería el aprendizaje
visual, donde el alumno aprende a manejar los fenómenos visuales como medio
principal para abordar la organización del pensamiento. Las otras dos áreas
serían según el autor en primer lugar la filosofía y el tercer lugar el
aprendizaje lingüístico.
Según el autor la producción activa del arte y la aparición
de las obras de arte es en gran medida cuestión de intuición, y que el cultivo
de la intuición es la principal aportación que hace el arte a la formación de
la mente humana.
A continuación os dejo una fábula que aparece en el libro
del autor Gustav Meyrink que se llama “La maldición del sapo” que trata de un
ciempiés que interpretaba un bello baile en una plaza frente a la pagoda azul.
Desde un rincón lo observaba atento su celoso enemigo, el sapo. Cuando el
bailarín paró a descansar, el sapo se le acercó con un mensaje en el que
explicaba que aunque era torpe y sólo tenía cuatro patas se le daban bien las
cuentas. Mientras observaba el baile del ciempiés, había una cosa que decía no
poder entender: “¿Cómo demonios sabes la pata que tienes que mover primero? ¿Y
cuál va la segunda, o la decimoséptima, o la centésima? Y cuando mueves la
decimosexta pata, ¿qué hace el número cuarenta y ocho? ¿Se está quieta, se
estira o se dobla?”. El ciempiés, tras un momento de perplejidad, descubrió
horrorizado que estaba totalmente paralizado. Durante el resto de su vida jamás
pudo volver a mover un miembro.
Esta fábula se puede aplicar al aprendizaje, teórico y
práctico, del arte.
Según el autor, El crecimiento de la mente del joven es un
proceso delicado y fácilmente perturbable por la presentación de unos
conocimientos inadecuados en el momento menos conveniente. En las artes y en el
resto de la educación, el mejor profesor no es el que comparte todo lo que sabe
o el que se guarda todo lo que podría dar, sino el que, con la sabiduría de un
buen jardinero, observa, juzga y echa una mano cuando su ayuda es necesaria.
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